El Pozo y las Piscinas
En la plaza, a la izquierda de la Basílica, nos encontramos un pozo, que fue excavado por expresa voluntad de Dios, a través de Madre Esperanza que indicó el lugar preciso. Las labores de excavación fueron terminadas a finales de 1960.El pozo tiene una profundidad de 122 metros, y su abundante agua alimenta hoy las piscinas que se construyeron para el baño de los enfermos. Los peregrinos pueden tomar el agua de una fuente que se encuentra al lado del edificio.
En la Sagrada Escritura, el agua ha servido para significar la acción de la Gracia: lava, purifica, sana, mana hasta la vida eterna. Entre el Santuario y las piscinas hay una relación muy profunda A la entrada de la construcción se lee una invitación de Madre Esperanza: “Emplea esta agua con fe y amor, seguro que te servirá de refrigerio para el cuerpo y de salud para el alma”.
Está grabada sobre la fachada, cerca de un gran crucifijo de mármol, una oración de ella: “Te doy gracias, oh Señor, porque me has dado un corazón para amar y un cuerpo para sufrir”.
Sobre una columna, a la izquierda de la plaza, hay una estatua en mármol de María Medianera, con los brazos abiertos, como pidiendo para nosotros la gracia de comprender el valor del sufrimiento.
Dentro del edificio, cuatro mosaicos del pintor Cupellonimuestran a Jesús que efectúa los milagros sirviéndose también del agua.
Una construcción sobria y lineal, dividida en dos pabellones (uno para los hombres y el otro para las mujeres) acoge las piscinas para la inmersión en el agua del Santuario. Desde que se ha obtenido la aprobación eclesiástica, algunas veces a la semana se celebra la Liturgia de las aguas, como conclusión de una liturgia penitencial.