1. TODO POR AMOR: abrazar a los hermanos y hermanas con amor y misericordia

Todo carisma de vida consagrada es suscitado por el Espíritu Santo, en una época, para hacer vivo el Evangelio, a fin de que sea vivido radicalmente y puesto en práctica cada día.

Nuestra comunidad de las Esclavas del Amor Misericordioso está formada por 21 religiosas y reside desde 1948, en el centro histórico de la ciudad de Fratta Todina (PG), en el “Palazzo Altieri”, un antiguo edificio de los años 1600. La comunidad tiene tres actividades específicas en armonía con el carisma: Jardín de Infancia y Guardería, Rehabilitación Diurna y Ambulatoria, Servicio Educativo para personas con discapacidad y actividades en la Parroquia. La invitación a estar siempre del lado de los pequeños, se traduce en una acogida hacia los excluidos, indefensos, se transforma en una “preferencia” que radica evangélicamente en “dar prioridad” a los niños, a los débiles, a los pobres, a los humildes, a los que sufren, a los más necesitados. Sacando fuerza de estas palabras: “Cada vez que hicisteis estas cosas a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me las hicisteis”, podemos decir que “el servicio mejor que se puede dar a una persona es ayudarla a ser lo que es: ‘este es el servicio por excelencia’.

Guiadas por el testimonio luminoso de nuestra Madre Fundadora, la Beata Madre Esperanza Alhama Valera, estamos llamadas vivir, como señala el Papa Francisco, el presente con pasión […] Esto significa que en una sociedad de confrontación, de opresión a los más débiles, de desigualdades, Estamos llamados a ofrecer un modelo concreto de comunidad que, a través del reconocimiento de la dignidad de cada persona y de compartir el don que cada uno posee, nos permita vivir[…]el Misticismo del encuentro. La Beata Esperanza encontró, encarnó y dio testimonio del Amor y la Misericordia de Dios. Un Dios que ama a todo hombre con ternura, sin hacer distinciones. A lo largo de su vida, expresó el deseo de poder crear, precisamente en la Casa de Fratta Todina (PG), una obra capaz de acoger y cuidar a niños, jóvenes y adultos con discapacidad junto a sus familias. El deseo de la Madre inició el camino de la realización y en septiembre de 1984 en el Palazzo Altieri de Fratta Todina, se puso en marcha el Centro Educativo y de Rehabilitación Ambulatorio para personas con discapacidades graves y muy graves. A lo largo de estos 40 años, hemos asistido a una evolución del servicio y del significado que nuestra Fundadora quiso dar: “Ofrecer amor incondicional a los necesitados, a los que sufren.” El principio inspirador de nuestro Servicio es el VALOR PRIMARIO DE LA PERSONA HUMANA en todas sus expresiones, por lo tanto, el deber de contribuir al enriquecimiento y plenitud de su desarrollo con “JUSTICIA Y CARIDAD EVANGÉLICA, CIENCIA Y TECNOLOGÍA”.

Las personas con discapacidad, en nuestro mundo eficiente, son consideradas pobres, no en términos evangélicos, sino porque no tienen las herramientas humanas para correr y competir con aquellos que usan sus vidas para poseer, aparentar, hacer.

Pero la novedad del Evangelio de la misericordia revela el valor único e inestimable de estas criaturas: Jesús las proclama “bienaventuradas” porque el Padre les reserva un amor preferencial y gratuito, una atención y ternura especiales. Si este es el amor de Dios por ellos, ¡cuánto debe cambiar nuestra forma de pensar y mirar a los que son mi prójimo!

Su presencia en el Hope Center, en nuestra comunidad religiosa y parroquial, mantiene viva una visión de la vida humana que a menudo se nos escapa: “la vida como don gratuito, como servicio, la alegría de amar y ser amado”.

La “misión” específica del “Centro de la Esperanza” es, hoy en día, proteger la dignidad y mejorar la calidad de vida, principalmente a través de la rehabilitación, la salud y las ayudas sociales de las personas con discapacidad (especialmente en la edad del desarrollo) y sus familias.

Por ello, dos actitudes son fundamentales: la aceptación y valorar la vida en todas sus expresiones.

Hospitalidad entendida como el deseo y el compromiso de hacer que quienes asisten al Centro o quienes, por cualquier motivo, acceden a él, se sientan acogidos; un compromiso auténtico que se expresa como disponibilidad interior al otro y como gesto concreto de benevolencia y escucha.

El valor de la vida, en todas sus expresiones, compromete a cada persona a descubrir lo que realmente importa en todos aquellos a quienes se acerca. Esto fomenta una creciente conciencia en cada persona de lo que vale, como objeto del amor personal y particular de Dios.

Junto con nuestros colaboradores laicos queremos ser, para todos, portadores de la Esperanza Cristiana: “Todas nuestras acciones deben estar marcadas por una gran esperanza que debemos proponerla a todos…” Ser expresión del amor y de la ternura de Dios que nunca abandona a sus criaturas, favoreciendo a los más pobres: «Jesús ama al hombre entrañablemente; otro tanto debemos hacer nosotros […] El hombre, más miserable y hasta el más abandonado, es amado con inmensa ternura por Jesús, que es para él un Padre y una tierna Madre” (Madre Esperanza).

Sor Graziella Bazzo, Esclava del Amor Misericordioso y Coordinadora pedagógica del Centro de la Esperanza

XI CAPÍTULO GENERAL FAM – 7

XI CAPÍTULO GENERAL FAM – 6