La búsqueda vocacional
En plena juventud va madurando en ella el deseo de dedicar toda su vida a su amigo Jesús y a la gente pobre y necesitada que ella bien conocía. Ansiosa de descubrir la voluntad de Dios sobre su vida, se acerca a los lugares del sufrimiento humano, pero el discernimiento no es fácil. Le hubiera gustado atender a los enfermos, pero en un Hospital, al sorprenderse del poco interés de la religiosa que la acompañaba ante un moribundo, esta le expresó: “Tranquila, que pronto se te endurecerá el corazón a ti también”, a lo que la buena Josefa replicó: “Antes de que se me endurezca el corazón prefiero marcharme”, y se fue.
A la edad de veintiún años se decide a dar el paso, estaba realizando el sueño de su vida: consagrarse a Dios en la vida religiosa. Salió el día 15 de octubre, fiesta de Santa Teresa de Ávila. “…salí de la casa paterna con la gran ilusión de ser santa, de parecerme un poco a Santa Teresa… que no le asustaba nada … Yo quería ser como ella y así salí de casa ese día, dejando a mi madre en el lecho del dolor sin esperanza de verla más.” (Exhor.15.10.65)
Entra en Villena (Alicante) en el último y pobre convento de las Hijas del Calvario, ya en vías de extinción. Es aquí donde recibe, al hacer su profesión religiosa, el nombre de Esperanza. Las Hijas del Calvario se fusionan, al poco tiempo, con el Instituto de las Misioneras Claretianas dedicado a la enseñanza. También Esperanza entra a formar parte de este Instituto, donde hace su profesión perpetua.