Las Esclavas y los Pobres
La noche de Navidad de 1930, en un minúsculo piso de la calle de Velázquez, en Madrid, con el apoyo económico de la condesa de Fuensalida, y la asistencia espiritual del sacerdote Esteban Ecay, Madre Esperanza de Jesús puede emitir sus votos con unas pocas Hermanas que la han seguido en la naciente Congregación de Esclavas del Amor Misericordioso. Pobres como Jesús en Belén, comen sopa de berzas, duermen en el suelo, apoyando la cabeza en el único colchón que tienen … y desbordan alegría y entusiasmo.
Los niños serán los primeros beneficiarios y también los pobres, los ancianos y los sacerdotes. Y sin embargo, la incomprensión, la oposición y la persecución seguirán acechando. Seguirá el rosario de pruebas que marcan la especial presencia de Dios en las almas realmente grandes. El Obispo de Madrid, niega su bendición y aprobación y ordena y manda que nadie la ayude y colabore con ella. No teniendo permiso para tener el Santísimo en la capilla, durante 30 años, niñas y religiosas desfilaban cada mañana hasta la parroquia más próxima.
Con gran espíritu creativo y una incansable actividad, ayudada por la Providencia y por las mediaciones humanas, entre las que cabe destacar a su gran benefactora y amiga del alma Mª Pilar de Arratia, abre en poco tiempo en España 12 casas para niños pobres y necesitados, para ancianos y para enfermos que son atendidos incluso a domicilio. Se trata de las comunidades de Madrid, Alfaro, Bilbao, Larrondo, Colloto, Hecho, Ochandiano, Menagarai, Santurce, Sestao, San Sebastián y Villava.
Madre Esperanza dice que en la puerta de todas estas casas se debería poder leer: “Llamad los pobres que se os socorrerá, llamad los afligidos que se os consolará, llamad los enfermos que se os asistirá, llamad los huérfanos y en las Esclavas del Amor Misericordioso hallaréis madres” (Circular 06.07.41)