4. SIGNOS DE ESPERANZA en las comunidades FAM y EAM de Fermo
FERMO: DON RICCI ARTIGIANELLI Y CENTRO EDUCATIVO
En junio de 1946 don Ernesto Ricci, sacerdote de la diócesis de Fermo, movido por un celo extraordinario, decidió comprometerse en el campo de la educación de los jóvenes más necesitados y abrió el “Colegio Artigianelli del Sagrado Corazón”. En la inmediata posguerra, esta realidad se convirtió en un signo de esperanza porque, además de garantizar las necesidades de la vida, los jóvenes recibieron formación profesional para que pudieran incorporarse fácilmente en el mundo del trabajo. Don Ricci dedicó su vida al desarrollo de esta extraordinaria obra de caridad; El 6 de agosto de 1950, fiesta de la Transfiguración del Señor, durante la noche sintió que le faltaba el aire, abrió la ventana y se encontró con Jesús, radiante de luz y se lo llevó consigo, dándole la recompensa por su inmensa caridad y para que desde el Cielo pudiese seguir intercediendo por sus queridos muchachos.
La “Ópera Don Ricci” en el Proyecto de Dios Padre debía continuar; por la historia de nuestra familia religiosa sabemos Don Ricci se le apareció a la Madre Esperanza para decirle en nombre de Dios que con su familia religiosa, las Esclavas y los Hijos del Amor Misericordioso, debían cuidar del Colegio Artigianelli del Sagrado Corazón. “Cuando yo ya no esté, siempre estará el buen Dios”. Esta certeza acompañó a Don Ricci a lo largo de toda su vida. La Madre Speranza decía así: “Los que lo conocieron lo amaron y lo bendijeron, los que no lo conocieron lo aman y lo bendicen con su trabajo”.
De colegio a centro educativo
En un ambiente familiar, las Esclavas del Amor Misericordioso, actualmente 6, se han dedicado plenamente a la acogida y educación de menores durante más de 70 años. La Madre Esperanza, en 1952 llegó a Fermo con las Hermanas que formarían la Comunidad 1de Don Ricci, dedicándose de lleno a la educación de los niños de primaria dentro del Colegio, que también tenía una escuela. Desde el principio, el Colegio se distinguió por la acogida materna y el espíritu de familia que las Hermanas cuidaron en todos los aspectos, siguiendo la pedagogía y el ejemplo de la Madre Fundadora.
El punto clave, esencial para la consecución del objetivo educativo de los menores acogidos, fue poner en el centro el valor del menor, como nos transmitió la Madre Fundadora, una gran confianza en la obra educativa, la adquisición de la preparación y los medios necesarios y la apertura gradual al asesoramiento profesional indispensable. También se prestó mucha atención a las necesidades de las familias, que cada vez más necesitaban y necesitan ayuda. Al cabo de unos años se consideró muy importante a nivel socioeducativo que los niños asistieran a la escuela pública externa y al mismo tiempo también se inició la modalidad semi-residencial.
En la década de 2000, la legislación italiana decretó el cierre de los colegios y su transformación en pequeñas comunidades educativas. El Colegio Artigianelli se convirtió en el Centro Educativo para Menores “Opera Don Ricci” con actualmente dos servicios semi-residenciales y uno residencial:
- Centro de agregación para niños y adolescentes, de 6 a 14 años
- Comunidad Semi-Residencial Socioeducativa para Menores de 6 a 17 años
- Comunidad para la Autonomía, de jóvenes de 17 a 21 años
La Escuela de Artes y Oficios se ha convertido en el Centro de Formación Profesional Artigianelli, dirigido por los Hijos del Amor Misericordioso. Hoy, conscientes de que la importancia y la urgencia de la labor formativa y educativa crece en proporción a los problemas familiares y sociales, son muchas las peticiones que nos dirigen con frecuencia las familias, las escuelas y los servicios sociales. Estamos convencidos de que el Centro Educativo “Opera Don Ricci” es cada vez más un punto de referencia para la sociedad que nos rodea, y sigue siendo hoy un signo de esperanza; esto nos lo confirma la alegría expresada por los niños, los pequeños, grandes resultados que logran alcanzar en la escuela y en las relaciones con sus familias. Los menores que acogemos provienen de diversas nacionalidades y creemos que nos son confiados por el Amor Misericordioso, que nos muestra confianza y nos da la fuerza y los medios necesarios. Acompañamos a los niños y sus familias en el camino del crecimiento humano y cristiano con el equipo educativo formado por educadores profesionales y con la colaboración generosa y cualificada de un gran número de voluntarios con gran experiencia docente que colaboran en ayudar con los deberes por la tarde. Al final del añoescolar, se lleva a cabo el Campamento de Verano con el GREST, las Colonias Marinas y antes del inicio de la escuela, los Deberes de Vacaciones.
Experimentamos que la fuente de nuestra esperanza es la presencia de Dios Amor Misericordioso, que cuida paternalmente de todos sus hijos y de modo especial de sus pobres, continuando su Proyecto de amor iniciado con Don Ricci, continuado con la Beata Madre Esperanza y su Familia religiosa del Amor Misericordioso. Para concluir, nos gustaría afirmar que de toda esta singular historia de amor materno y paterno por los más pequeños y necesitados, el Amor Misericordioso brilla y atrae la mirada de quienes tienen un corazón sensible. Demos gracias a Dios que prefiere estar en medio de los más necesitados, los favoritos de su corazón, y nos los confía a nosotros, humildes instrumentos en sus manos.


El Centro de Formación Profesional Artigianelli
Somos una pequeña comunidad de tres religiosos, Hijos del Amor Misericordioso, que tratamos de acompañar a más de un centenar de jóvenes, de 14 a 18 años, que se inscriben en el Centro de Formación Profesional Artigianelli para asistir a cursos de termohidráulica, mecánica, calzado y panadería. Experimentamos diariamente que podemos devolver la esperanza a un joven en la medida en que le ayudamos a descubrir su vocación en la vida y en la sociedad. Colaborando con nuestros profesores convivimos con nuestros hijos, intentando hacerles experimentar que la escuela es ante todo una familia, un lugar de verdaderas relaciones, donde día a día aprendes a descubrir y potenciar tus talentos y a crecer en tu autoestima.
A menudo la vida de nuestros hijos está marcada por heridas, a veces profundas, pero aunque sea de un modo sencillo, creemos que somos una oportunidad de redención y de una nueva vida.
Estamos convencidos de que incluso nuestros alumnos, que por varias razones a veces se encuentran un poco al margen, pueden tener una formación de calidad y de vanguardia.
Incluso para los jóvenes que, en la trayectoria de la vida, se han encontrado en el punto de salida algo por detrás de los demás, el Señor les ofrece también a ellos las mismas oportunidades y la misma educación de calidad y de vanguardia que pueden tener todos los demás jóvenes de su edad. Más allá de tantas palabras, nos gustaría daros algunas imágenes de nuestros hijos en las que podemos ver signos de esperanza.




